Llegados a este punto, los manuales eran una cosa y la realidad otra, y sin duda los primeros evolucionaron en virtud de la segunda. Por ello vamos a dedicar algunas entradas a hablar de tácticas sobre el terreno, describiendo las ideas fundamentales que orientaron el empleo de los blindados en apoyo de la infantería, empezando por las compañías.
Cuando los carros tenían que cooperar con la infantería fueron necesarios varios ajustes. Primero, establecer un enlace correcto entre ambas armas, lo que se hizo no solo mediante los medios de comunicación: radios y mensajeros, sino también creando puestos de mando mixtos en los que los jefes de ambas armas podían colaborar estrechamente para lograr el objetivo. Segundo, poner una de las dos al mando de la operación, y esta solía ser la infantería. En caso de cooperación era el jefe superior de la unidad de infantería quien establecía el plan de asalto y se lo comunicaba al jefe de la unidad de carros. Este plan de asalto debía comprender los objetivo específicos a lograr por los blindados; el momento y el modo en que tendrían que cruzar las líneas de la infantería, empeñada en su propio ataque, para no entorpecer su maniobra; y la posición de los obstáculos y armas contracarro contrarios, así como de otros tipos de armas pesadas, que pudieran complicar el cumplimiento de la misión.
Por otro lado, cuando los carros de combate no recibían una misión específica al principio de la batalla, quedaban en reserva para cumplir con los requerimientos que hicieran, una vez iniciados los combates, las unidades de infantería.
¿Cuáles solían ser esos requerimientos? Fundamentalmente se trataba de acabar con las posiciones defensivas enemigas que impidieran el avance de la infantería; lo que habitualmente se hacía mediante ataques blindados masivos contra los flancos, salvo que se tratara de una posición contracarro, en cuyo caso debían emplearse tácticas de fuego y maniobra, más sutiles y sobre una extensión de terreno mayor, para reducirla. Además, los blindados solían ser empleados para atacar cualquier posición desde la que se pudiera lanzar un contraataque, o cualquier unidad enemiga potencialmente capaz dehacerlo; protegiendo así el avance de la infantería.
Todos estos ataques debían ser conjuntos y durante los mismos la infantería recibía diversas misiones. La más básica era el simple acompañamiento, para llegar unidos al punto de partida y avanzar coordinadamente, pero podía complicarse cuando se encargaba a la infantería que eliminara los puntos de resistencia que hubieran resistido el asalto inicial, acabara con las armas contracarro mediante concentraciones de fuego, o despejara el terreno, físicamente, para facilitar el avance de los carros, ejecutando misiones ya más propias de los ingenieros.
Hablando de estos últimos, los manuales, y en ocasiones la realidad, previeron igualmente la cooperación de unidades de ingenieros con los blindados. Cuando así sucedía lo más normal era que fueran hasta la batalla subidos sobre los carros de combate –en alguna ocasión también lo hicieron embarcados en medios de transporte propios, pero no era lo más normal–, con la misión específica de emplearse en destruir los obstáculos erigidos por el enemigo.