Una vez que la Fuerza Aérea estadounidense en las islas Filipinas hubo quedado gravemente disminuida en su capacidad de ataque y defensa, los japoneses empezaron a pensar en su siguiente objetivo: la flota del almirante Hart. Cavite es un nombre que tiene importantes resonancias en la historia española. La batalla naval librada cerca de dicho lugar el 1 de mayo de 1898, y la derrota de nuestra marina, supuso a la postre la pérdida de esta colonia asiática a manos de los norteamericanos; irónicamente, la destrucción de la base situada en este mismo lugar el 10 de diciembre de 1941 –ni tan siquiera cincuenta años más tarde– fue uno de los acontecimientos que llevó a los estadounidenses a abandonar, a su vez, el archipiélago.
La fecha, ya la hemos indicado, fue sin duda un día negro para los aliados en el pacífico pues, mientras el Prince of Wales y el Repulse caían y se hundían bajo un potente ataque aéreo japonés frente a las costas de Malasia, otra escuadra de aviones, igualmente poderosa, lanzaba el ataque destinado a acabar con la presencia naval aliada en las islas Filipinas, no destruyendo los barcos, como en Pearl Harbor, los atacantes eran conscientes que esto había sido en parte un error, sino las instalaciones portuarias, vitales para que estos pudieran operar.
Todo comenzó en torno a las 12.40 horas, cuando llegó un mensaje radio que decía: “Muchos aviones enemigos acercándose desde el norte, hora estimada de llegada a Manila, las 12.55”. 26 de ellos, “Nell” del 1.er Grupo Aéreo de la Marina Japonesa dirigidos por Ozaki Takeo, cada uno de ellos armado con una docena de bombas de 60 kg, se destacaron del grupo para atacar la base naval de Cavite. Llegaron en torno a las 13.00, volando a más de 7300 m de altitud, y mientras las sirenas sonaban y los barcos, entre ellos el destructor John D. Ford, trataban de maniobrar para alejarse del peligro, los cañones antiaéreos de la base abrieron fuego.
Desgraciadamente, ni las cuatro piezas de 3 pulgadas, manejadas por tropas del 1.er Batallón independiente de los marines, situadas en Sangley point, ni los cañones de la propia base, tenían alcance suficiente para alcanzar la altura a la que volaban los japoneses, y el único derribo que lograrían iba a ser un P-40 propio que había intentado proteger a los hidroaviones Catalina que trataban de abandonar la base.
Los japoneses no tenían prisa pues, con el dominio del aire adquirido dos días antes, podían esperar a posicionarse del mejor modo posible para atacar. Las primeras bombas empezaron a caer en torno a las 13.14 horas, muchas de ellas sobre la bahía de Canacao, cerca del muelle de Machina, sin embargo fue la que cayó sobre la propia base, destruyendo la planta eléctrica, la que hizo más daño, pues sin energía eléctrica no iban a poder funcionar las bombas de agua que alimentaban las mangueras contra incendios, dejando a los bomberos desarmados.
De entre los buques que estaban amarrados a los muelles podemos citar al buque nodriza para submarinos Otus, que conseguiría escapar; los submarinos Sealion, que recibió dos impactos , y Seadragon, amarrado junto a él, que fue rescatado por el remolcador Pigeon; o los destructores Peary, sobre el que cayó una bomba y Pillsbury, que también escapó. Sin embargo, el daño más grave lo sufrieron las propias instalaciones, especialmente los depósitos de combustible, que acabaron estallando a causa de los impactos recibidos.
Entretanto, desde lo alto del edificio Marsman, el almirante Hart, que se había negado a bajar a un refugio, lo observaba todo y maldecía la ausencia de la derrotada fuerza aérea. “¿Dónde demonios está nuestra protección de cazas?” “Al menos hay un grupo de pilotos que están haciendo las cosa bien”, añadió refiriéndose a los japoneses. La destrucción de Cavite, según el autor John Gordon, analista de defensa y oficial del Ejército retirado fue “el ataque más devastador contra una instalación naval estadounidense desde la quema del astillero de Washington por los británicos en 1814”; el resultado final sería que la flota iba a tener que marcharse de las filipinas, para acabar hundiéndose en el mar de Java, pero esta es otra historia.