Todos conocemos el espectacular cruce del río Mosa llevado a cabo por los panzer alemanes durante el mes de mayo de 1940 que acabaría con la práctica eliminación de toda el ala norte del ejército franco-británico tras su huida por Dunkerque. Una de las acusaciones más importantes vertidas contra los ejércitos aliados durante esta campaña fue la ausencia de la aviación, sin embargo, esta si actuó, y sus escuadrillas iban a inmolarse heroicamente en busca de los puentes por los que los alemanes cruzaron el gran río para adentrarse en la retaguardia de sus enemigos.
Hoy vamos a detenernos tanto en las acciones aéreas que tuvieron lugar en torno a las maniobras de cruce alemanas en torno a Sedán, como en un tema bastante menos conocido: la defensa antiaérea desplegada por los alemanes en este sector.
El I Flak-Korps (101, 102 y 104 Flak Regiment) partió de Alemania como elemento orgánico del Panzergruppe Kleist, progresando rápidamente a través de Bélgica antes de ser reorganizado en tres sectores de los cuales el fundamental, el de Sedán – Bouillon, por donde cruzarán las tres divisiones de Guderian (1.ª, 2.ª y 10.ª Panzer), quedará a cargo del Flak Regiment 101, reforzado por un batallón pesado de cada uno de los otros dos regimientos y dos batallones ligeros y uno pesado del 40.º Cuerpo de Ejército. En total, y esto es lo importante, el regimiento dispondrá de 18 baterías pesadas (72 piezas de 88mm) y 21 medias y ligeras (lo que supone un total de 249 piezas más), con las que proteger la zona de los ataques aéreos aliados.
Uno de ellos tendrá lugar el mismo día 13, en el desfiladero de Bouillon, pero será dispersado por el fuego de los “88”, que también colaborarán activamente, durante esta jornada y la siguiente, en la reducción de los blocaos franceses que defienden la orilla del río.
Una vez consolidada la cabeza de puente los alemanes procedieron a distribuir sus baterías entre las dos orillas. Dada la capacidad defensiva que otorgaban las piezas, y ante la posibilidad de que los franceses desencadenaran un contraataque, dos tercios de la Flak se posicionaron al sur del río, y solo un tercio quedó en la orilla norte. Aquel mismo día 14, y sobre todo al día siguiente, el 15, la actividad aérea aliada aumentó y, mientras los cazas franceses se enfrentaban a sus homólogos alemanes, decenas de aviones de bombardeo, de todos los tipos imaginables, se precipitaron contra los puentes construidos por los alemanes.
“La aviación francesa ataca desde todas las altitudes y con mucha habilidad y valentía”, dirá un oficial alemán, pero será una hecatombe. Tras una jornada en que los tubos antiaéreos alemanes van a gastar una cantidad de munición sin precedentes, los aliados perderán más de un centenar de aviones sin llegar a detener el tráfico alemán a través del río.
En 1940 el Amiot 143 era un engendro desfasado, pero los aliados no podían renunciar a un solo avión, y también fueron enviados contra los puentes alemanes.
A veces la suerte es parte de la guerra. Un buen ejemplo de esto fue que, justo al final de la jornada del 15, cuando los aliados, aprovechando que los alemanes no tenían caza nocturna, habían decidido emplear el bombardeo nocturno para destruir los puentes, llegaron a Sedán los proyectores de la Flak alemana. Gracias a ellos, ni siquiera así conseguirán los aviones ingleses y franceses su objetivo.
El día 16 el cuerpo antiaéreo se va a encontrar ante un importante dilema, pues aunque la actividad aérea aliada va disminuyendo, se va a ver dividido por la necesidad de cumplir tres misiones: defender los puentes, misión que abandonarán; colaborar en los combates por Stonne, cosa de la que se encargarán los refuerzos que lleguen de Alemania; y acompañar a los panzer de Guderian hacia el mar. Esta será la misión que cumplan, y más aún, porque mientras llega la infantería, serán las piezas antiaéreas las que se encarguen de proteger el flanco izquierdo del avance alemán de un eventual contraataque que, dicho sea de paso, los franceses no serán capaces de ejecutar más que a nivel táctico. Pero esa es otra historia.