Habíamos dejado a los franceses justo al borde del río Lauter, un tributario del Rin que marca la frontera franco-alemana entre Wissembourg y Lauterbourg. Durante los días anteriores tropas galas se habían ido abriendo camino hacia el noreste siguiendo la orilla izquierda del Rin, avanzando en paralelo con tropas norteamericanas, desplegadas más al oeste. Sin embargo cuando llegaron a la frontera les esperaba una sorpresa. Cedamos la palabra a Pierre Lyautey, en su obra Carnets d’un Goumier, publicada en 1945.
“19 de marzo [de 1945]. Enviado en misión de reconocimiento para definir nuestras posiciones y las de los estadounidenses. Esta mañana no sabemos si la información que hemos recibido durante la noche es correcta: prohibido cruzar el Lauter. Solo Lauterbourg está en nuestro sector, nuestra misión parece haber terminado y nuestro sector acaba en un estrangulamiento. Por supuesto, los camaradas no se lo creen, están seguros de que, dentro de unas horas, atacaremos”.
La unidad desplegada a la izquierda de los franceses es la 14.ª División acorazada estadounidense, que está efectuando un giro hacia el este y en consecuencia va a cruzar el eje de avance de los galos dejándoles, como mucho, un frente de diez kilómetros. Volvamos a las memorias de Lyautey, que se ha personado en el puesto de mando del coronel Lanvilléon, de la 5.ª División blindada francesa. “Ha instalado a sus observadores y sus operadores de radio en un terraplén de lo más interesante. A sus pies se halla el campanario destruido de Lauterbourg, y algo más allá Scheibenhardt, la localidad gemela, siendo alsaciano el primero de estos pueblos y alemán el segundo. Detrás se extiende la gran mancha oscura que forma el bosque de Bienwald, en el que se despliegan un millar de fortalezas de la línea Sigfrido. Hemos ocupado Lauterbourg, que hemos cruzado de un extremo al otro. Llega el coronel Guillebaud. Se desaconseja cruzar el río en esta localidad pues está dominada por la artillería que se despliega más allá del Rin. Será mejor infiltrarse en Scheibenhardt casa por casa y colarse en los bosques”. Todo ello, por supuesto, siempre y cuando los franceses puedan seguir avanzando.
“En cuanto De Lattre supo que sus hombres habían llegado a la Lauter fue a toda prisa a ver al general Devers para obtener la autorización de entrar en Alemania, cosa que obtiene con facilidad. Además, a De Lattre le gustaría cruzar el Rin y avanzar sobre Stuttgart, pero eso es algo que Devers debe discutir con Eisenhower. Entretanto, el Combat Command 6 [de la 5.ª División blindada francesa] recibe órdenes de apoyar al 4.º Regimiento de tiradores tunecinos en la operación de cruce del Lauter”.
Lyautey hace una animada descripción de este momento. “A las 16.00 horas, gran reunión en el terraplén de Neewiller. Magnífica preparación de artillería sobre Scheibenhardt. Las casas arden una tras otra. Es la primera localidad alemana que bombardea nuestra artillería. Recordamos las localidades francesas salvajemente quemadas, y contamos los cañonazos. Mira. ¡Este por Gérardmer! ¡Ahora por la Bresse! ¡Y por Cornimont!”.
Sin duda hay cierto revanchismo en aquellos hombres, han pasado casi cinco años desde que, en mayo de 1940, los ejércitos alemanes penetraran en Francia y la derrotaran estrepitosamente. Ahora es Alemania la que está al borde de la derrota y aunque son pocos los que han combatido en ambos momentos, son muchos los que vivieron la derrota y ahora pueden saborear la victoria.
“Media hora más tarde, con el agua hasta la cintura, los tiradores del 4.º de tunecinos saltan sobre la orilla alemana. Las ametralladoras enemigas son suprimidas por nuestros tank-destroyers, que se acercan hasta la orilla. Una vez que la primera compañía ha avanzado, se instala una pasarela. Este hecho de armas, que ya pertenece a la historia y que será descrito mil veces, nos vale 150 prisioneros, atrapados en los combates casa por casa”.
Por supuesto, aún queda tomar el pueblo, y luego el bosque de Bienwald. Serán combates muy duros.