Queda poco para el centenario de una de las batallas más recordadas, conocidas y contadas de la Primera Guerra Mundial. Y sin embargo ¿Qué sabemos de Verdún? Sabemos que fue una batalla muy larga, duró diez meses, sabemos que no dio resultado alguno, pues al final el frente casi había vuelto al punto de partida, que la “lista del carnicero” fue larga y que la vida en las trincheras se hizo insoportable para unos y otros. Pero hay cosas que son menos conocidas. Por ejemplo, que no fue la batalla más cruenta de la guerra, y que, en realidad, la apuesta fue de escaso valor.
La batalla comenzó en febrero, bajo la nieve, con un brutal bombardeo de la artillería alemana. El frente era estrecho, alrededor de 10 km tan solo, y las fuerzas que se lanzaron al asalto fueron relativamente escasas en comparación con lo que iba a verse en batallas posteriores; sin embargo progresó, al menos al principio.
Los alemanes rompieron la primera línea defensiva francesa, y la segunda, tomaron el Fuerte de Douaumont, una de las posiciones emblemáticas del cinturón fortificado que defendía la ciudad; pero ni consiguieron tomar el casco urbano, ni arrojaron a los defensores a la orilla oeste del río ni tomaron las crestas más altas. Para el soldado germano de a pie el soldado pareció pues un fracaso. Pero eso no era lo que opinaban sus jefes. Por un lado, el Kronprinz Guillermo (comandante en jefe del V Ejército, a cargo de la operación) quería seguir atacando, extendiendo la ofensiva a la otra orilla del río Mosa; por otro, parece que lo que en realidad pretendía el general Von Falkenhayn, jefe del Estado Mayor General alemán, era desangrar a los franceses obligándolos a combatir en Verdún para destruir sus reservas humanas y obligarlos a abandonar la guerra. O eso alegaría después de la contienda.
El famoso “memorándum de navidad”, supuestamente redactado por Von Falkenhayn el 24 de diciembre para el káiser y citado en sus memorias de posguerra, habría establecido que el desgaste era el único objetivo de la batalla. Sin embargo, dicho documento ha desaparecido, tal vez a raíz de los bombardeos aliados sobre Alemania en 1945 igual que muchos otros documentos sobre la Gran Guerra, pero resulta mucho más preocupante que ninguno de los subordinados o superiores del general germano lo mencionaran nunca. ¿Acaso fue tan secreto? ¿Existió realmente? Son misterios que aún se discuten.
También es interesante plantearse cual pudo haber sido la verdadera intención de Falkenhayn caso de ser falso el documento al que él mismo se refiere. Que el general alemán estaba dispuesto a desangrar a su enemigo a costa de las menores bajas propias posibles parece indiscutible hoy en día. Posicionando sus tropas en las alturas sobre la ciudad, pretendía obligar a los franceses a atacarlo una y otra vez y disparar así las bajas galas a costa de escasas pérdidas propias. Si la operación funcionaba, entonces preveía lanzar otra ofensiva similar, en otro punto del frente, para repetir la jugada, una y otra vez, hasta el agotamiento del enemigo.
Sin embargo fracasó, no llegó a las alturas, y lo volvió a intentar con un nuevo asalto, y otro más, insistiendo hasta julio. Verdún se había convertido en una trampa. Una trampa estadística, porque las bajas que manejaban los altos mandos alemanes, que indicaban pérdidas enemigas muy superiores a las propias, eran erróneas; y una trampa de prestigio, cuando el káiser se permitió decir que Verdún era la clave de la victoria, cuando se decidió que su heredero no podía ser derrotado, y cuando Falkenhayn se dio cuenta de que su cabeza rodaría si no obtenía la victoria.
Los franceses perdieron también el Fuerte de Vaux, hubo días muy duros, pero en octubre contraatacaron, y otra vez en diciembre, de nuevo bajo la nieve, y la batalla terminó en empate. Para entonces el general alemán había sido destituido, y poco después también lo sería el generalísimo francés Joffre, a manos del general Nivelle, el organizador de las contraofensivas… y había nacido el mito, en parte porque aquella fue la primera victoria exclusivamente francesa desde el Marne en 1914, pero también por muchos motivos, que se desgranan con detalle en el último número de la revista Desperta Ferro Contemporánea.