Los aliados intentan mantenerse informados de lo que sucede, sin embargo, cuanto más tarden los enemigos en conocer la orden de movilización rusa, mejor. Por eso, en SAN PETERSBURGO han considerado que sería mejor informar al Agregado Militar Francés, General Laguiche, y no al Embajador Paléologue, que es capaz, en un instante, de anunciar el secreto a los cuatro vientos.
Por eso, a las 22:00, media hora después del cambio de idea del Zar, pero sin saberlo su informante, Laguiche aprende que los rusos van a decretar la movilización total esta misma noche.
Sin embargo Paléologue no es tonto. En una época en que todo el mundo tiene a alguien a sueldo, no tarda en enterarse por sus propios medios de que va a decretarse una movilización total, y decide enviar a Chambrun, su Primer Secretario, al Ministerio de Asuntos Exteriores Ruso para que telegrafíe la noticia por medio de la embajada de esta nación en París, pues no se fía de la seguridad de sus propios códigos. Parece que por una vez ha sido prudente, y lo único que envía desde su embajada al Quai d´Orsay es: “por favor, recojan en la embajada rusa, siendo un asunto de extrema urgencia, mi telegrama número 304”.
Por ahora todo bien, salvo que los franceses desconocen el cambio de movilización de los rusos. Van a saberlo dentro de un rato, cuando Chambrun llegue al Ministerio de Asuntos Exteriores Ruso y se encuentre con Laguiche, quien acaba de enterarse de que el Zar ha rescindido la movilización total; de modo que ordena el Primer Secretario que quite del telegrama la parte que se refiere a la “decisión de ordenar, en secreto, la movilización”.
Ni que decir tiene que el enfado de Paléologue, mañana, cuando se entere de que ha sido puenteado, será de primera.
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