El Kaiser Guillermo II se ha levantado hoy temprano y su primera tarea ha sido leer la respuesta serbia al ultimátum austríaco. “Un excelente resultado para un plazo de solo cuarenta y ocho horas. Esto es más de lo que podríamos haber esperado! Esto elimina cualquier necesidad de guerra”. Dice. Sin embargo, a continuación es informado de que los austríacos ya han empezado a movilizarse parcialmente contra Serbia. “Nunca habría ordenado una movilización sobre estas bases, dirá”.
Poco después, a las 10:00, va a enviar una carta al Secretario de Estado Jagow en la que le dice que dada la humillante capitulación serbia ya no hay motivos para la guerra, y le pide que transmita a Viena su opinión de que deberían conformarse con ocupar la evacuada Belgrado hasta que los serbios hayan cumplido los compromisos contenidos en su respuesta. Tal vez fuera el único de los protagonistas germánicos que aún diera importancia político-diplomática al ultimátum y a su respuesta en vez de considerarlo una excusa para la guerra; lo que demuestra el escaso conocimiento que tenía de lo que estaba sucediendo tanto en Viena como en Berlín, donde Bethmann-Holweg, su propio canciller, que quiere un conflicto balcánico limitado, sigue convencido de que Rusia no intervendrá y de que si Austria se echa atrás Alemania también perderá prestigio.
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