El sol acaba de alzarse sobre el puerto de KRONSTADT, mientras el acorazado francés “La France”, olvidado ya el incidente acontecido un tiempo antes, navega en medio del festivo ambiente que ofrecen decenas de barcos, engalanados para dar la bienvenida al Presidente de la República Francesa Raymond Poincaré, a su Primer Ministro René Viviani y el Director Político del Quai d´Orsay, Pierre de Margerie. Podría decirse que, por fin, Francia ha llegado a Rusia.
Entre los muchos barcos que esperan se halla el yate privado del zar, desde el que parte la lancha imperial, para ir a recoger a los dignatarios franceses. “Abandoné el “La France” con la emoción que siempre me embarga cuando, envuelto por el sonido de las salvas de honor disparadas por los cañones, abandono uno de nuestros barcos”.
A bordo del yate imperial, junto al Zar Nicolas II, se halla quien va a ser a partir de ahora uno de los personajes principales de este drama: Maurice Paléologue, el belicista, directo, enérgico y un tanto fabulador embajador francés en San Petersburgo, quien, según dice, desciende directamente de los emperadores bizantinos cuyo apellido lleva. Mientras la lancha navega entre los dos buques principales de esta parada, el Zar está, precisamente, dirigiéndose a él. “Tendremos asuntos de peso que discutir”. Se refiere sin duda al inminente ultimátum austríaco, que todos saben ya que va a ser presentado, aunque desconozcan tanto la fecha concreta de presentación como su contenido. “Estoy seguro de que estaremos de acuerdo en todo… Pero hay una cuestión que me viene a la cabeza una y otra vez – nuestro entendimiento con Inglaterra. Debemos hacer que se una a nuestra alianza”.
Empieza un momento clave del proceso hacia la guerra, la reunión en la cumbre Ruso-Francesa.
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Viene de: 20 de julio, antes del amanecer. Un Incidente Naval.
Sigue en: 21 de julio, por la mañana. Primera Reunión, Informal.