En la entrada anterior vimos las contramedidas aliadas contra los ataques kamikaze. Incluso con la potencia de fuego antiaérea desplegada por las flotas, resultaba difícil detener a un avión kamikaze en su picado final.
Los manuales de entrenamiento japoneses hacían hincapié en la importancia de realizar tácticas evasivas hasta el último momento y aunque muchos pilotos carecían de la pericia de hacer otra cosa que no fuese un ataque directo a través de la cortina de fuego antiaéreo, otros sí que resultaron ser un dolor de cabeza para los artilleros antiaéreos.