Tras unas largas semanas de parón obligado por el virus de moda, y no muy lejos del final la historia del estallido de la rebelión Dakota, ha llegado el momento de ir acercándose a los últimos capítulos de esta narración, que comenzó ya durante el año pasado y cuyos enlaces, de principio a fin, se exponen a continuación para aquellos interesados que no hayan tenido la ocasión de leerla o, simplemente, quieran refrescar la memoria.
La Guerra Dakota de 1862 (I). La Guerra de Secesión.
La Guerra Dakota de 1862 (II). El ataque de los sioux.
La Guerra Dakota de 1862 (III). La teoría de la conspiración.
La Guerra Dakota de 1862 (IV). La llegada del «hombre blanco».
La Guerra Dakota de 1862 (V). Las semillas de la violencia.
La Guerra Dakota de 1862 (VI). Estallido.
La Guerra Dakota de 1862 (VII). Emboscada en Redwood Ferry.
La Guerra Dakota de 1862 (VIII). Fort Ridgely en peligro.
La Guerra Dakota de 1862 (IX). El primer asalto a Fort Ridgely.
Tras el ataque a New Ulm el 19 de agosto y el asalto fallido a Fort Ridgely al día siguiente, los Dakota tuvieron que tomarse un día de descanso forzoso a causa de la intensa lluvia. Esa jornada sería aprovechada por los defensores del fuerte para reforzar sus posiciones y, más concretamente, por el sargento Jones para poner en servicio el obús de veinticuatro libras, que se situó en el centro de la plaza de armas junto con el resto de la artillería, rodeada por un parapeto de troncos y sacos. El mismo estilo de fortificación que se utilizó para algunos de los edificios interiores.