Nuestras operaciones en Normandía –continúa el informe de Rommel del 11 de junio de 1944 que comenzábamos a transcribir el pasado miércoles– van a ser excepcionalmente difíciles, e incluso, parcialmente, imposibles, por los siguientes motivos:
- La extraordinariamente poderosa, y en ocasiones abrumadora, superioridad de la fuerza aérea enemiga.
Hawker Tempest, uno de los cazas más poderosos de la guerra. La foto está fechada en julio de 1944, y los aviones ya no llevan las bandas de invasión.
Tal y como hemos experimentado personalmente tanto yo como los oficiales de mi Estado Mayor, y como informan los jefes de unidad, especialmente el Obergruppenführer Sepp Dietrich, el enemigo tiene el control absoluto del aire sobre la zona de combate y hasta una distancia de cien kilómetros de esta. Casi todos los traslados por carretera, caminos vecinales o en terreno abierto son contrarrestados, durante el día, por poderosas formaciones de cazabombarderos y bombarderos. Los movimientos de nuestras tropas en el campo de batalla, durante el día, son impedidos casi por completo, mientras que el enemigo puede operar libremente. En la retaguardia, los estrangulamientos [de transporte] están expuestos a ataques de modo continuo, y es muy difícil traer los suministros y la munición necesarios, y reabastecer a las tropas de combustible.