SAN PETERSBURGO. Lo primero que hace el ruso esta mañana es reunirse con el embajador austríaco Szápary, quien, como es costumbre en estos casos, se encarga de leerle en voz alta el ultimátum enviado a Serbia.
– Sé lo que es –lo embronca Sazonov iracundo-. ¡Quieren hacerle la guerra a Serbia! ¡Están incendiando Europa! ¡Están tomando una gran responsabilidad!
Szápary, impertérrito, en vez de contestar en el mismo tono le propone enviarle un dossier con todas las evidencias reunidas por Viena. El ruso lo rechaza, no está interesado.