Cuenta David Stahel en su quinto libro de la Pentalogía de Barbarroja (La retirada de Moscú, Ediciones Salamina): Encontrar tropas para apoyar al XX Cuerpo de Ejército era solo la mitad del problema de Hoepner; la otra mitad era transportarlas y abastecerlas. La 20.ª División Panzer de Thoma, por ejemplo, tenía 20 preciosos carros de combate, pero solo podían ser empleados en la defensa local porque carecían de combustible. Además, las frecuentes tormentas de nieve y las temperaturas gélidas, que a veces llegaban a los -40 ºC, entorpecían cualquier movimiento rápido. No fue hasta el 6 de enero cuando las fuerzas de Hoepner estuvieron en posición de atacar hacia el sur; pero incluso antes de que pudiesen iniciar las operaciones, llegó la noticia de que el flanco de Kübler había sido replegado durante la noche.
El hueco entre los dos ejércitos había crecido otros 29 kilómetros. Para agravar más aún las malas noticias, las tres divisiones soviéticas que se habían colado por la brecha hacia el oeste habían girado hacia el norte y amenazaban con cercar al cuerpo de Materna. Hoepner propuso a Kluge replegar su flanco con el fin de protegerse contra la nueva amenaza soviética procedente del oeste, pero el mariscal insistió en continuar con el cumplimiento de la orden de Hitler de atacar hacia el sur. Era una gran apuesta. O Hoepner cerraba la brecha al sur, aislando complemente a las divisiones soviéticas, o el cuerpo de Materna sería cercado. La lucha continuó durante dos días, pero para la mañana del 8 de enero la brecha distaba de haber sido cerrada y la última carretera despejada de nieve disponible para Materna hacia el oeste fue cortada, dejándolo sin acceso a los suministros. Hoepner llamó a Kluge y le dijo que el XX Cuerpo de Ejército no tardaría «en irse al diablo» si no se le permitía retirarse.49 Kluge puso de inmediato el asunto en manos de Halder y «exigió categóricamente la autorización para retirarse».