Pero antes de hablar de resistencia, es necesario evaluar, aunque sea brevemente, el resultado de la batalla de la noche anterior. Volvamos a los recuerdos de Raoul de Lambert.
“¡Pero qué espectáculo atroz se despliega ante nosotros! La calle, cubierta de cadáveres, no es más que una carnicería (las víctimas, particularmente numerosas en torno al punto de fuga, harán que el lugar reciba el nombre de “cruce de la matanza”). El fuego de artillería de la noche ha hecho su trabajo; sobre todo contra los hombres del II/22 [2º Batallón del 22º Regimiento de Tiradores Argelinos, recordamos] y del 40 RANA [40º Regimiento de Artillería Nord-Africano]. Entre ellos nos encontramos con algunos de nuestros camaradas, bañándose en su propia sangre; caballos tirados sobre la espalda, con los cascos al aire, las entrañas desperdigadas a su alrededor. Para bloquear las calles adyacentes, los defensores han hecho barricadas con todo lo que había a su alrededor: automóviles de todo tipo, cocinas rodantes, coches llenos de víveres y equipajes, vehículos con ametralladoras y morteros, avantrenes de cañones de 25. Es un escenario impresionante. De este amontonamiento indescriptible conseguimos despejar, con gran trabajo, un cañón de 25, que arrastramos a mano durante unos 500 metros, pasando por encima de los cadáveres y de la ferralla.”