Si en la entrada anterior nos referimos a la influencia de los condicionantes estratégicos y adaptativos a los que tuvo que enfrentarse el Reino Unido a la hora de desarrollar sus portaaviones, circunstancias que podemos resumir en la multiplicidad de amenazas por un lado, la escasez de fondos con los que enfrentarse a ellas por otro y, finalmente, la poca predisposición a experimentar para solucionar cuestiones fundamentales del diseño de estos buques; en esta ocasión nos fijaremos brevemente en las otras dos grandes potencias que desarrollaron estos buques: Estados Unidos y Japón.
USS Langley (CV1), el primer portaaviones estadounidense
Desde el principio, ambas naciones dedicaron un presupuesto mayor, proporcionalmente, al desarrollo de la aviación naval, y esto fue por un motivo muy simple: ninguno de los dos tuvo la necesidad de desarrollar un arma aérea independiente porque ninguno vio amenazado su territorio por una potencia rival. Así, mientras que en el Reino Unido la RAF compitió con el arma aérea de la flota, en Estados Unidos y en Japón no sucedió tal cosa con las respectivas aviaciones del ejército de tierra.