Al amanecer del día 24, tras la noche de combates caóticos que hemos narrado en las entradas anteriores, con elevadas bajas por ambas partes, las tropas británicas del 1.er Batallón de la Rifle Brigade, apoyadas por elementos acorazados del Royal Scots Greys y el 5 RTR, habían conseguido establecer sendas cabezas de puente al oeste del campo de minas Enero y eliminar las posiciones de ametralladoras y los blocaos de las compañías paracaidistas italianas de la división Folgore en la zona avanzada.
Así lo recuerda otro testigo de aquella noche, el cabo Luciano Maiolatesi, de la 6.ª Compañía, la que había estado orientada hacia el este y había recibido el grueso del ataque británico: “Las bombas que se estrellaban sobre nuestro blocao crearon una gruesa pantalla de humo que me impidieron utilizar la ametralladora, pero cuando el fuego de barrera se detuvo y el ambiente empezó a clarearse, pude ver muchos soldados acercándose a mi posición. Abrí fuego de inmediato. Podía ver tropas enemigas corriendo por todo el perímetro exterior de nuestras defensas. Hacían un avance a toda prisa, se tiraban al suelo y luego volvían a progresar hacia el campo de minas. El primer asalto de la infantería fue repelido y, un poco más tarde, un nuevo intento de romper nuestras defensas, con vehículos blindados ligeros y tropas de a pie, también fue rechazado. Finalmente, los carros pesados cayeron atronando sobre nuestra posición, las arroyaron y silenciaron numerosas posiciones de fuego […].