Finalizaba el mes de junio y el desembarco aliado se hallaba ya bien afianzado en tierra. Fue entonces cuando, perdida ya toda posibilidad de arrojar a los atacantes al mar, y mientras se desvanecía lentamente la imaginaria amenaza de un segundo asalto anfibio todavía de mayor envergadura, Rommel trató de hacerse con el control absoluto de las operaciones, tal y como se puede leer en una comunicación dirigida a Von Rundstedt, comandante en jefe en el oeste.
Con el fin de lograr la unidad de mando de la Wehrmacht y de poder concentrar todas las fuerzas, propongo tomar el mando de los cuarteles generales y unidades de otros servicios desplegados en la zona del grupo de ejércitos [se trata del B, que defendía el norte de Francia].
- Luftwaffe: Actualmente no se pretende desarrollar una guerra aérea estratégica. Una estrecha cooperación entre las formaciones de vuelo y el cuerpo de Flak por un lado, y las muy empeñadas tropas del ejército por otro, solo pueden garantizarse con un mando estricto ejercido por un cuartel general. El duplicado de órdenes llevaba a que se tomen medidas a medias.
- Marina: Tampoco se trata de ejecutar una estrategia naval a gran escala. Las acciones tácticas locales de las pocas naves que siguen a nuestra disposición deben de llevarse a cabo en estrecha cooperación con los movimientos del ejército. La defensa de Cherburgo ha demostrado que un mando unificado y un buen canal de comunicaciones es más efectivo. Finalmente, la situación del suministro, especialmente en lo que al transporte se refiere, exige una guía unificada y la emisión exclusiva de órdenes por parte del jefe de suministros oeste.
Firma Rommel.