30 de julio, por la tarde. El Circo Ruso (6 y final). ¡Movilización Total!

 

Son las 15:00 y Sazonov acaba de reunirse con el Zar en el palacio de PETERHOF. También está allí, por expreso deseo del Zar, el General Tatischev, Agregado Militar Ruso junto a Guillermo II. El “speech” del Ministro de Asuntos Exteriores dura quince minutos; centrándose en lo difícil que será pasar a una movilización general si no se hace ya e indicando que los alemanes han rechazado todos los intentos de conciliación. Su conclusión es que no hay esperanza para la paz, de modo que solo queda hacer todo lo posible por ganar la guerra.

Dvinsk. Durante la movilización rusa.

El Zar, que a lo largo de la mañana ha recibido un telegrama del Kaiser reiterando el aviso comunicado el día anterior por el Embajador alemán Pourtales, ha llegado a la misma conclusión, y al final, concede. “Tiene razón –dice-, no podemos hacer otra cosa que prepararnos para un ataque. Transmita al JEM mis órdenes de movilización”.

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30 de julio, a media mañana. El Circo Ruso (5). El Embrollo Continúa.

SAN PETERSBURGO. Lo que ha sucedido desde el principio con la movilización parcial rusa es que es una entelequia. Propuesta por Yanushkevich y aceptada por Sazonov como paso intermedio, en realidad el primero no dijo nunca y el segundo no indagó, sobre si esta posibilidad existía realmente o no. Y lo cierto es que no existía. Como ya hemos ido adelantando, en 1914 una movilización exigía un ingente esfuerzo de transporte. Los hombres tenían que ser trasladados a sus puntos de reunión, así como los uniformes, las armas, los pertrechos y los suministros; luego tenían que ser equipados y formados en unidades, y después estas unidades debían ser enviadas a un punto concreto del frente. Y todo este esfuerzo logístico se hacía, fundamentalmente, en tren.

Tropas rusas a bordo de un tren, durante la movilización.

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29 de julio, por la noche. El Circo Ruso (2) Las Tribulaciones de Dobrorolsky.

SAN PETERSBURGO, Oficina Central de Correos y Telégrafos. Todo está prácticamente listo cuando suena el teléfono. Sin duda lo coge un funcionario, que de inmediato se queda mirando al General Dobrorolsky, y le tiende el aparato.

Al otro lado está el mismísimo Jefe de Estado Mayor Yanushkevich, que le ordena que no transmita el ukase y espere nuevas instrucciones. ¿Qué sucede?

Nicolás II, el Gran Duque Nicolás, el General Sukhomilov y varios oficiales.

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22 de Julio, a medio día. Viviani Pierde los Nervios.

Esta mañana, Londres se ha desayunado con una escabrosa noticia publicada en The Times: Europa se dirige directamente hacia una guerra continental. Aunque nada es menos seguro en ese momento, y el periódico solo está defendiendo una tendencia política, lo que si es cierto es que el nerviosismo está a flor de piel.

Nicolás II y Raymond Poincaré, fotografiados, en esta ocasión, a bordo del Alexandria, el yate del Zar.

SAN PETERSBURGO. Uno de los afectados por este nerviosismo es sin duda René Viviani, el Primer Ministro francés, quien hallándose sentado a la derecha del Zar durante el almuerzo, se ha quedado bloqueado, y parece incapaz de contestar las preguntas que se le hacen.

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21 de julio, por la mañana. La Primera Reunión, Informal.

 

EL PETERHOF, SAN PETERSBURGO. El Presidente Francés Raymond Poincaré se halla en los apartamentos que le han sido asignados en la residencia del Zar, cuando el mismísimo Nicolás II se presenta para una conversación informal.

El Peterhof, en la actualidad.

Durante una hora los dos hablan, a solas, sobre diferentes focos de tensión que soporta Europa en ese momento: la ruso-británica en Persia, la albano-greco-turca con respecto a quien ha de ser propietario de las distintas islas del egeo; así como sobre la política italiana, en ese momento miembro de la Triple Alianza y, sobre todo, sobre Austria.

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20 de Julio, al alba. El Zar Recibe a Francia.

El sol acaba de alzarse sobre el puerto de KRONSTADT, mientras el acorazado francés “La France”, olvidado ya el incidente acontecido un tiempo antes, navega en medio del festivo ambiente que ofrecen decenas de barcos, engalanados para dar la bienvenida al Presidente de la República Francesa Raymond Poincaré, a su Primer Ministro René Viviani y el Director Político del Quai d´Orsay, Pierre de Margerie. Podría decirse que, por fin, Francia ha llegado a Rusia.

Maurice Paléologue, supuesto descendiente de emperadores bizantinos y fabulador embajador de Francia.

Entre los muchos barcos que esperan se halla el yate privado del zar, desde el que parte la lancha imperial, para ir a recoger a los dignatarios franceses. “Abandoné el “La France” con la emoción que siempre me embarga cuando, envuelto por el sonido de las salvas de honor disparadas por los cañones, abandono uno de nuestros barcos”.

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