Trece minutos después del ataque, el casco del Royal Oak zozobraba y se deslizaba bajo las aguas de Scapa Flow, llevándose consigo a 833 oficiales y marinos.
Los tripulantes del submarino se sintieron exultantes; pero todavía tenían que pasar su peor prueba. Mientras Prien hacía dar la vuelta al U-47 y se dirigía toda velocidad hacia la ruta de escape, detrás del submarino se formó una claramente visible