El amanecer del día 15 los sorprendió en algún punto al sureste del puente de Malati y al este de la carretera 114, por la que avanzaban las fuerzas británicas. Con la 50th Infantry Division cortándoles el paso y la 5th Infantry Division avanzando por detrás, la situación era extremadamente delicada. Aun así Heilmann no perdió los nervios y decidió ocultar a sus tropas durante el día, que pasaron escondidos en un huerto de naranjos, tan hábilmente camuflados que no fueron detectados a tiempo ni por una patrulla británica que entró a explorar el naranjal, ni por un pequeño cuartel general que pretendió instalarse en él. Todos fueron sorprendidos y capturados.
Al anochecer Heilmann se dispuso a reanudar la marcha, sin embargo no podía llevarse consigo a sus prisioneros, que eran alrededor de 70 personas, así que decidió dejarlos a cargo de algunos de sus paracaidistas heridos. La misión de estos iba a ser guardar a los prisioneros hasta el amanecer, y luego cambiar las tornas. Así se lograban dos cosas: evitar que los británicos dieran la voz de alarma, y acortar el sufrimiento de aquellos heridos, que así podrían ser tratados en los hospitales británicos y ahorrarse la larga marcha que aún tenían por delante sus compañeros.