El 25 de enero de 1811, en plena Guerra de la Independencia, en las Cortes Generales y Extraordinarias de la Nación, a la sazón emplazadas provisionalmente en la Isla de León, es decir, San Fernando, en la provincia de Cádiz, se debatía en uno de los puntos del día la creación de una recompensa militar que premiase el valor heroico como virtud sublime que con relevante esfuerzo de la voluntad y de la abnegación indujere a cometer extraordinarias acciones bélicas,
Cruz con venera laureada y coronada de laurel
y poner fin a la gran cantidad de condecoraciones conmemorativas de batallas que en esos momentos se concedían, como eran las de las batallas de Bailén, Vic, Talavera; los sitios de Girona y de Zaragoza; defensa de plazas como la de Ciudad Rodrigo; e incluso de unidades militares como la de la División Mallorquina. Durante la sesión, la única propuesta sobre el asunto fue la dada por el diputado Ramón Parque que esa condecoración se denominara de «San Fernando», la mayoría de los 99 diputados