El ejército federal fue plenamente consciente, a su vez, de la importancia que tenía la sal en la logística militar de aquella guerra, y de que los confederados no disponían de grandes cantidades de este producto que ellos, por su parte, podían producir sin peligro o podían importar sin demasiados problemas a pesar del encarecimiento de los costes provocado por los corsarios sureños, ya que su flota dominaba los mares.
Para acrecentar el problema de sus enemigos, las fuerzas nordistas no tardaron en atacar sus explotaciones de sal. Gosse Creek, cerca de Manchester, en Kentucky, fue uno de los objetivos elegidos, enviándose un primer raid en enero de 1862, que tuvo poco éxito, y un segundo el 10 de octubre, en el que se provocaron daños mucho más serios. Por supuesto, los confederados reaccionaron. A primeros de noviembre, el general confederado William Loring partió hacia el norte con un ejército de 5000 hombres, conquistando las salinas del valle del Kanawha, cerca de Charleston (Virginia del Oeste) y capturando grandes cantidades de sal. Sin embargo esta acción no había sido más que un raid, consecuentemente destinado a no durar, y no una penetración para conservar el territorio conquistado, y ante la llegada de un ejército federal superior, Loring se retiró.