El despliegue de los aviones en la Kido Butai (y IV)

Mientras, como hemos visto en las tres entradas anteriores de esta serie, se rellenaban los depósitos de combustible de los aviones, se armaban y luego estos eran alzados hasta las pistas de cubierta, la flota en si maniobraba, separándose los cuatro portaaviones para que sus aparatos pudieran despegar  aterrizar sin interferir unos con otros. Mientras tenía lugar esta maniobra, las grandes antenas que flanqueaban las cubiertas, de algo más de doce metros de altura, giraban para ponerse en horizontal, a fin de no entorpecer las operaciones de vuelo. Se trataba de una maniobra que ponía de relieve una de las flaquezas de estos inmensos barcos, ya que en la nueva posición eran menos eficaces a la hora de emitir y recibir comunicaciones por radio.

Ya hemos indicado que los bombarderos en picado eran armados sobre cubierta, es lo que estaba sucediendo en el Akagi y el Kaga mientras se efectuaba la maniobra. Al igual que había sucedido en los hangares del Hiryu y del Soryu, los carros que trasladaban las bombas, esta vez del tipo 98, n.º25 –de 242 kg, cargadas con alto explosivo y destinadas para atacar blancos en tierra– se afanaban en llegar hasta los aparatos.

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El despliegue de los aviones en la Kido Butai (III)

El plan japonés para el primer ataque de la batalla de Midway, cuyo objetivo era liquidar el potencial bélico de la propia isla, había previsto emplear los aviones torpederos Nakajima B5N Kate (tipo 97 para los japoneses) de los portaaviones Hiryu y Soryu como bombarderos a nivel, ya vimos en entradas anteriores como estos aviones fueron reabastecidos y armados. Junto a ellos iban a volar los bombarderos en picado Aichi D3A Val (tipo 99) del Akagi y del Kaga, los dos leviatanes que formaban la 1.ª División de portaaviones, cuyo proceso de preparación narraremos ahora.

Impresionante vista del Akagi en abril de 1942, que no parece tan grande desde este punto de vista

A diferencia de lo que hemos narrado para los aviones torpederos, más pequeños, los Val tenían que ser armados sobre la cubierta de vuelo, y no en los hangares, debido a su gran tamaño y al plegado de sus alas. Para explicar esta circunstancia, lo primero que ha de tenerse en cuenta son las intensos esfuerzos a que se veía sometido un avión cuyo modo de empleo implicaba atacar dejándose caer casi en vertical sobre su presa para luego enderezar brutalmente el rumbo hacia la horizontal antes de seguir para ascender de nuevo y alejarse del fuego antiaéreo del blanco y sus unidades de apoyo.

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