Tras sufrir bajas excesivas en las campañas del año 40 y 41 tal y como explicábamos en la primera parte de este reportaje y, probablemente, comprender que a este ritmo las SS se agotarían antes de cumplir su objetivo de convertirse en la fuerza armada del partido y sustituir al Heer como ejército de la futura Alemania, los mandos de las unidades y de la organización tuvieron que ponerse a buscar los medios necesarios para evitar la sangría.
Por supuesto, reducir el fanatismo de la tropa no era una opción, pero este, junto con la idea de ser una élite distinta y mejor permitió que se elevara el entrenamiento de los reclutas entrenándolos en condiciones muy parecidas a las que se encontrarían en los campos de batalla. Fue Theodor Eicke, quien había sido comandante del campo de concentración de Dachau y comandante en jefe de la División Totenkopf, mayoritariamente formada por antiguos guardias de los campos, quien se encargó de diseñar este nuevo sistema de adiestramiento.