Japón, los blindados desconocidos de la Segunda Guerra Mundial (IV).

 

               Llegados a este punto, los manuales eran una cosa y la realidad otra, y sin duda los primeros evolucionaron en virtud de la segunda. Por ello vamos a dedicar algunas entradas a hablar de tácticas sobre el terreno, describiendo las ideas fundamentales que orientaron el empleo de los blindados en apoyo de la infantería, empezando por las compañías.

Volvemos sobre un modelo concoido, el tipo 89, en esta ocasión la versión A, Chi-Ro, que estaba equipado con un motor de gasolina, en vez de diesel, como el de la foto que sigue a continuación.

               Cuando los carros tenían que cooperar con la infantería fueron necesarios varios ajustes. Primero, establecer un enlace correcto entre ambas armas, lo que se hizo no solo mediante los medios de comunicación: radios y mensajeros, sino también creando puestos de mando mixtos en los que los jefes de ambas armas podían colaborar estrechamente para lograr el objetivo. Segundo, poner una de las dos al mando de la operación, y esta solía ser la infantería. En caso de cooperación era el jefe superior de la unidad de infantería quien establecía el plan de asalto y se lo comunicaba al jefe de la unidad de carros. Este plan de asalto debía comprender los objetivo específicos a lograr por los blindados; el momento y el modo en que tendrían que cruzar las líneas de la infantería, empeñada en su propio ataque, para no entorpecer su maniobra; y la posición de los obstáculos y armas contracarro contrarios, así como de otros tipos de armas pesadas, que pudieran complicar el cumplimiento de la misión.

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Japón, los Blindados Desconocidos de la Segunda Guerra Mundial (III)

 

              Dicho esto, el arma blindada, como cualquier otra, no consiste solo en modelos y formaciones, sino que también es singularmente importante el modo de empleo, ya que como demostró, por ejemplo, la campaña de Francia de 1940, los leviatanes más extraordinarios pueden ser vencidos fácilmente por carros de peor calidad pero con una mejor actuación táctica.

Esta formación de carros de combate muestra los blindados de la 4ª División, destinada a la defensa del Japón.

                En lo que a los blindados japoneses se refiere, el reglamento de campaña indicaba que cada sección, de cuatro carros, debía desplegarse en diamante, y cada compañía también, con un carro/sección al frente, otra en retaguardia, una a la derecha y otra a la izquierda. Sin embargo, la formación de combate era distinta, pues tanto para atacar como para defenderse la compañía debía posicionarse en forma de “T”, es decir, con tres secciones alineadas al frente y una en reserva.

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Japón, los blindados desconocidos de la Segunda Guerra Mundial (I)

 

Ni las junglas ni las islas parecen el lugar más indicado para el despliegue de unidades blindadas, y sin embargo así se hizo. Tenemos tendencia a olvidar que el “frente del pacífico” de la segunda guerra mundial fue mucho más que las islas de la micronesia o las junglas y praderas de Nueva Guinea y las Islas Filipinas, pues también se combatió tanto en China como en Birmania.

Autoametralladora modelo 93, Sumida. Del año 1933, equipó algunas de las unidades de reconocimiento.

Por eso los próximos artículos van a centrarse en hacer una descripción, necesariamente somera, de la organización y las tácticas de blindados del combatiente común a todos estos sectores: el ejército imperial japonés.

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Del Kriegspiel al Wargame, algunas notas sobre la historia de los «juegos de guerra» (2)

De forma general, las sesiones solían efectuarse utilizando los medios que ya hemos comentado: reproducciones del terreno y de las unidades, complejas reglas que permitieran simular los combates y sus resultados o, en su defecto, la presencia de uno o varios árbitros que eran quienes decidían qué sucedía en virtud de las decisiones tomadas por los mandos sobre el terreno. Cada uno de los dos sistemas tenía sus ventajas: el sistema de árbitros dejaba en manos de estos el resultado de las operaciones simuladas, de modo que si las arriesgadas teorías de los oficiales participantes coincidía con los puntos de vistas promovidos por los árbitros, solían triunfar, en caso contrario no era así, y en ambos casos se suscitaban acaloradas discusiones que siempre resultaban positivas. Esta subjetividad quedaba anulada cuando se aplicaban reglas determinadas, pero en este caso la ejecución de la simulación se volvía mucho más complicada, a veces tanto como las verdaderas operaciones militares.

Durante las dos guerras mundiales cada país tuvo sus propias experiencias con estas simulaciones.

Hindemburg, el Kaiser y Ludendorff analizando una serie de mapas.

Probablemente, donde más se empleó esta técnica fue en Alemania, empezando ya desde antes de la guerra de 1914. Es llamativo indicar que tanto el Plan Schlieffen como la ofensiva de Tannemberg habían sido intensamente practicados antes de ser ejecutados, siempre con resultado positivo, y es curioso indicar que la ofensiva de Tannemberg salió exactamente según el plan, y fue una resonante victoria, mientras que sustantivas modificaciones de última hora del Plan Schlieffen provocaron su fracaso.

Durante el periodo de entreguerras, siempre en Alemania, se introdujeron aspectos políticos en estas simulaciones, y el mismísimo von Manstein propuso, en 1929, un escenario en el que era Polonia la que invadía Alemania. Miembros del Ministerio de Asuntos Exteriores fueron invitados para hacer el papel de la Sociedad de Naciones y de los dirigentes políticos de ambos países.

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