Llegados a este punto, los manuales eran una cosa y la realidad otra, y sin duda los primeros evolucionaron en virtud de la segunda. Por ello vamos a dedicar algunas entradas a hablar de tácticas sobre el terreno, describiendo las ideas fundamentales que orientaron el empleo de los blindados en apoyo de la infantería, empezando por las compañías.
Cuando los carros tenían que cooperar con la infantería fueron necesarios varios ajustes. Primero, establecer un enlace correcto entre ambas armas, lo que se hizo no solo mediante los medios de comunicación: radios y mensajeros, sino también creando puestos de mando mixtos en los que los jefes de ambas armas podían colaborar estrechamente para lograr el objetivo. Segundo, poner una de las dos al mando de la operación, y esta solía ser la infantería. En caso de cooperación era el jefe superior de la unidad de infantería quien establecía el plan de asalto y se lo comunicaba al jefe de la unidad de carros. Este plan de asalto debía comprender los objetivo específicos a lograr por los blindados; el momento y el modo en que tendrían que cruzar las líneas de la infantería, empeñada en su propio ataque, para no entorpecer su maniobra; y la posición de los obstáculos y armas contracarro contrarios, así como de otros tipos de armas pesadas, que pudieran complicar el cumplimiento de la misión.