A partir de 1850 una serie de inventores, particularmente norteamericanos, quedaron fascinados por la posibilidad de acelerar el proceso de carga y disparo por medios mecánicos.
Requa, obsérvense las palancas que accionaban el disparo
En los días en que las armas se cargaban por la boca del cañón, las batallas las ganaba la infantería que podía cargar y disparar con mayor rapidez que sus oponentes. Los sistemas de retrocarga y los cartuchos de casquillos metálicos pusieron de nuevo el énfasis en una mayor rapidez en el proceso de carga y los inventores comenzaron a soñar con máquinas que pudieran tener la potencia de fuego de toda una sección, o incluso una compañía, de infantería.