La primera ametralladora verdaderamente portátil fue inventada en 1874 por un oficial del ejército norteamericano, el capitán William Gardner.
La Gardner original tenía varios cañones fijos que eran alimentados desde una tolva vertical, pero tras una serie de pruebas, Gardner desarrolló una ametralladora de un solo cañón que empleaba un cargador en forma de peine para sostener los cartuchos. Se podía utilizar tiro a tiro o como ametralladora. La cadencia de fuego en este último modo era de 120 disparos por minuto.