Acostumbrados a los potentes carros de la segunda guerra mundial, a menudo es fácil olvidar lo precarios que habían sido sus antepasados, aquellos dinosaurios de la primera que lo aplastaban todo a su paso y, teóricamente, sembraban el terror en las posiciones enemigas. Y si decimos teóricamente es porque no siempre fue así. Las primeras acciones individuales de estos vehículos -“coches”, era la forma de referirse a ellos que se empleaba entonces- no siempre fueron exitosas, a pesar del heroísmo de algunos de sus tripulantes.
Nos hallamos en acción cerca del río Ancre, es el 13 de noviembre de 1916 y el “coche” elegido es el Modelo I Hembra (es decir, con ametralladoras en vez de cañones) nº 544, de la Compañía “A” de la sección pesada del Cuerpo de Ametralladoras (era la unidad que encuadraba entonces los carros de combate). A bordo viajan el Teniente H.W. Hitchcok (jefe del tanque); el Cabo A. Taffs; el cabo segundo R. Bevan (conductor); el cabo segundo S.A. Moss; y los artilleros W.A. Stanley, W. Miles, F. Ainley y A.W. Tolley.