El 22 de junio de 1941 Alemania rompió todos sus acuerdos con la Unión Soviética y desencadenó la Operación Barbarroja. En dos semanas, la ofensiva del Heeresgruppe Nord se hizo dueña primero de Lituania, país del que ya hablamos, luego de Letonia, que trataremos, y por fin llegó a Estonia. Para cuando lo hizo, una buena parte de los estonios enrolados a la fuerza en el Ejército Rojo había desertado.
Algunos se pasaron a los alemanes, pero otros organizaron una guerrilla, los “Hermanos de los Bosques”. Esta fuerza, con apoyo de un pequeño núcleo de ochenta estonios exiliados al servicio de la Abwehr –el servicio secreto de la Wehrmacht–, que se habían infiltrado en el país nada más estallar las hostilidades, tuvo dos objetivos primordiales: reconocer el terreno para las tropas alemanas y ayudar a los estonios a acabar con los batallones de exterminio soviéticos, dedicados a implementar la táctica de tierra quemada en todo el país.