Ayer no sucedió nada especialmente grave y, como las ondas de una piedra arrojada al agua, las consecuencias se extienden.
Hoy, en SAN PETERSBURGO, el Agregado Militar Belga informa de que se ha prohibido a la prensa que emita cualquier tipo de noticia o reportaje sobre una eventual movilización del ejército; mientras que en KIEV, el conde Hein, cónsul austríaco, informa de que todos los oficiales han vuelto a sus puestos y de que la ciudad está siendo cruzada por numerosos trenes de artillería, regimientos de cosacos y unidades de ingenieros que parten hacia Odessa y la frontera con Austria-Hungría.