Tras la llegada de los refuerzos británicos, el equilibrio de fuerzas ha cambiado drásticamente en el océano Índico, pues ahora los franceses disponen de 12 navíos, mientras que sus adversarios tienen 17. Solo los holandeses podrían reequilibrar la balanza, pero se negarán en todo momento a desplegar sus 7 navíos y cinco fragatas junto a la escuadra de Suffren. En consecuencia, batallas como la de Sadras y la isla de Providien (narradas anteriormente) o las de Negapatam o Trincomalee (que dejaremos para otra ocasión) no se van a volver a repetir.
Para evitar combatir ante una escuadra tan superior y dado que sus barcos están, además muy dañados, Suffren decide fondear en la rada de Trincomalee, donde estarán bien protegidos, para proceder a las reparaciones necesarias gracias a los repuestos traídos por la flota del almirante Antoine de Thomassin de Peynier. El proceso llevará tiempo, y en mayo solo 5 navíos están ya listos, mientras que los otros aún están siendo carenados. Entretanto, Hughes, aunque sabe dónde está la flota francesa, evitará atacar dentro de la rada y se limitará a efectuar cruceros de bloqueo. Ahora mismo, es en tierra donde están teniendo lugar acontecimientos importantes.