Uno de los personajes fundamentales de esta historia se llamaba Pequeño Cuervo, Taoyateduta, Su Nación Roja, en el lenguaje de su tribu. Pequeño Cuervo había sido uno de los que habían protestado contra los tratados, como vimos en la entrada anterior, pero, aunque solo era jefe de un pueblo, era un personaje de gran prestigio por tratarse de un chamán, un hombre santo, y por su reconocida valentía. Sin embargo, no solo los colonos podían mostrar ambición. En 1858 Pequeño Cuervo fue elegido para viajar a Washington, donde se celebró otra reunión que acabó en un tratado según el cual las anualidades serían entregadas a los comerciantes para el pago de las deudas que las tribus tenían con ellos. Se dice que en estas reuniones Pequeño Cuervo fue sobornado con una carreta para que convenciera a otros jefes de que aceptaran el trato.
El resultado no gustó y en 1862 Pequeño Cuervo estaba en horas bajas, pues los ancianos de los Mdewakanton habían decidido elegir a otro jefe como su representante. Por supuesto, se trataba de otra maniobra, pues el elegido era un hombre que había tomado las costumbres de los blancos, tenía una granja y había recibido el apoyo del agente indio local. Así las cosas, nuestro protagonista decidió implementar un cambio en su persona para recuperar la posición perdida. Se cortó el pelo, se instaló en una casa de madera construida con ayuda de los empleados de la agencia india, empezó a cultivar una granja e incluso se personó en los servicios religiosos de la iglesia de la misión más cercana.