La división del país y el empeoramiento de las condiciones de seguridad en un momento en que el mundo árabe es un polvorín han traído inevitablemente la intervención de otras potencias en el conflicto.
De este modo encontramos diversos países del mundo árabe detrás de los gobiernos enfrentados. La Cámara de los Representantes se encuentra apoyada por los Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Arabia Saudí, países impulsados por el deseo de ser potencias regionales, pero principalmente preocupados por la grave amenaza que supone el surgimiento de grupos radicales islámicos amparados en el caos y que pueden suponer a la larga una grave amenaza para su propia seguridad. Esto ha conducido a estos países a tomar las riendas ante la falta de acción de Estados Unidos y a mandar en ciertas ocasiones aviones de combate para bombardear las posiciones de los islamistas (Bassets, 2014).