Veremos hoy de la mano de las memorias de Hans Rudel un ejemplo típico del concepto operacional soviético de la Batalla en Profundidad.
Una de estas penetraciones blindadas en profundidad llegó por sorpresa, durante una glacial noche de invierno ucraniana, en un aeródromo de caza de la Luftwaffe distante unas millas del aeródromo donde estaban basados los Stukas de Rudel. De repente, aparece el oficial de guardia agitadísimo, despierta a Rudel y le comunica que varios pilotos de un aescuadrilla de caza del aeródromo vecino acaban de llegar para pedirle que despegue inmediatamente: varios carros rusos, al parecer, han hecho irrupción súbita en su aeródromo, Malaya-Wisky; y se han puesto a destruir los aviones, entrando finalmente en el pueblo para disparar a bocajarro contra las ventanas de los alojamientos de las dotaciones y personal de campo.
Contaba un piloto: «Nos despertamos por los cañonazos. Por al calle pasaban los carros rusos, sobre los que iban montados soldados de infantería. Nos escapamos a toda velocidad». En efecto, los pilotos llevaban bajo su capote tan sólo un pijama. Rudel reflexiona, un ataque inmediato no serviría de nada, ya que con la ocuridad de la noche no se podría atacar a los carros. Por otra parte, un ataque con bombas para dispersar a los soldados de infantería no es eficaz, y menos entre material propio o entre casas donde hay tropas alemanas.