Viento Divino – El fenómeno Kamikaze japonés (VI). La visión estratégica del Estado Mayor Imperial.

Los escritores japoneses han presentado la versión de que Onishi solo concibió una actividad kamikaze temporal, quizá limitada a aquellos pilotos que se prestasen voluntarios en Mabalacat para una misión en las Filipinas.

Esto es dudoso. Es posible que los kamikaze de Mabalacat y los cientos que habrían de seguirlos pensasen que su sacrificio alteraría el curso de la guerra. Pero cabe la posibilidad de que con la iniciativa de Onishi de comenzar una estrategia Kamikaze, el Alto Mando Imperial tuviera puestas las miras más allá, incluso del final de la propia guerra y de la derrota japonesa.

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Viento Divino – El fenómeno Kamikaze japonés (IV)

Según ha contado el as de caza japonés Saburo Sakai, el capitán Kanzo Miura, que mandaba el Ala Aérea de Sakai en Iwo Jima, ordenó a 17 de sus pilotos que llevasen a cabo un ataque suicida contra la flota norteamericana de invasión el 4 de julio de 1944.

Flanqueado por estandartes samurái y eslóganes patrióticos, Miura dio un emocionante discurso a sus hombres, exhortándolos a estrellarse contra los portaaviones norteamericanos. Sakai, aunque aceptaba que estrellarse contra una unidad enemiga era una acción apropiada para un piloto cuyo avión hubiese sufrido daños que le impidiesen volver a su base, encontró el histrionismo de Miura de mal gusto, «una señal de debilidad… recurriendo a artes cercanas a la pura brujería»; sin embargo, recordaría como la mayoría de sus camaradas quedaron imbuidos de ese nuevo espíritu combativo.

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Medalla de Honor – Robert M. Viale

Es un recurso recurrente de las películas bélicas de Hollywood la escena en la que un soldado ejerce de escudo sobre una granada de mano descontrolada y se sacrifica para salvar a los demás.

Esto precisamente fue lo que sucedió en el mundo real en operaciones de combate durante la liberación de Manila el 5 de febrero de 1945, y su protagonista fue el segundo teniente (alférez) Robert M. Viale, que optó por el supremo sacrificio para salvar la vida de sus hombres y de algunos civles.

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El «otro» Pearl Harbor (III); y el «otro» desastre de Cavite.

                Una vez que la Fuerza Aérea estadounidense en las islas Filipinas hubo quedado gravemente disminuida en su capacidad de ataque y defensa, los japoneses empezaron a pensar en su siguiente objetivo: la flota del almirante Hart. Cavite es un nombre que tiene importantes resonancias en la historia española. La batalla naval librada cerca de dicho lugar el 1 de mayo de 1898, y la derrota de nuestra marina, supuso a la postre la pérdida de esta colonia asiática a manos de los norteamericanos; irónicamente, la destrucción de la base situada en este mismo lugar el 10 de diciembre de 1941 –ni tan siquiera cincuenta años más tarde– fue uno de los acontecimientos que llevó a los estadounidenses a abandonar, a su vez, el archipiélago.

Fires at Cavite Navy Yard resulting from the Japanese air raid on December 10, 1941. Fifty-four bombers of the 11th Air Fleet were detailed from Formosa and attacked at 1300 hours. Twenty-seven attacked ships and small craft in the bay and the remainder went on toward Cavite, dropping their bombs from a height of 20,000 feet, above the range of the nine 3-inch anti-aircraft guns protecting the base. Almost every bomb fell within the Navy Yard. After the first run, the first flight of twenty-seven withdrew and the other twenty-seven bombers, having completed their attack against ships in the bay, flew in to strike the targets. The attack lasted for two hours. The entire yard was set ablaze; the power plant, dispensary, repair ships, warehouses, barracks, and radio station received direct hits. Greatest damage was done by the fire which spread rapidly and was soon out of control. Admiral Rockwell estimated that five hundred men were killed or seriously wounded. The covered self-propelled lighter YF-181 - perhaps visible in the right center - is loaded with almost 200 burning torpedos, which will be consumed in the flames, crippling the offensive capability of the United States Navy Asiatic Fleet's submarines. At the time this photograph was taken, small arms ammunition was exploding in the center of the heavy blaze on the left. The submarine whose bow is visible at the far right is probably USS Sealion (SS-195), hit by bombs and had settled by the stern. Sealion, a 1450-ton Sargo class submarine, was commissioned in late November 1939 and, in the spring of 1940, deployed to the Far East to strengthen the defenses of the Philippines as relations with Japan deteriorated. Sealion was nested at Machina Wharf with USS Seadragon (SS-194) inboard and minesweeper USS Bittern (AM-36) outboard. Most Sealion personnel were below decks. The first stick of bombs landed from 100 to 200 yards (90 to 180 meters) astern of Sealion; all hands were ordered all hands below. On the second
La base naval de Cavite en llamas, después del ataque japonés.

                La fecha, ya la hemos indicado, fue sin duda un día negro para los aliados en el pacífico pues, mientras el Prince of Wales y el Repulse caían y se hundían bajo un potente ataque aéreo japonés frente a las costas de Malasia, otra escuadra de aviones, igualmente poderosa, lanzaba el ataque destinado a acabar con la presencia naval aliada en las islas Filipinas, no destruyendo los barcos, como en Pearl Harbor, los atacantes eran conscientes que esto había sido en parte un error, sino las instalaciones portuarias, vitales para que estos pudieran operar.

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El «otro» Pearl Harbor (I) Los aviones no despegarán.

 

Eran las 3.30 de la mañana del día 8 de diciembre de 1941 cuando sonó el teléfono en el lujoso ático que ocupaba el último piso del hotel Manila y que servía de residencia al general Mac Arthur. Quien llamaba era el general Richard K. Sutherland, su jefe de Estado Mayor, para informarle de que Pearl Harbor había sido atacado por los japoneses. “Pearl Harbor, Pearl Harbor. ¡Se supone que es nuestra posición más fuerte!” parece que contestó el Mac Arthur con incredulidad. La confirmación llegó a las 5.30 horas desde Washington, por medio de un radiograma enviado por el general Marshall, comandante en jefe de las Fuerzas Armadas estadounidenses, que decía: “HAN COMENZADO… LAS HOSTILIDADES ENTRE JAPÓN Y LOS ESTADOS UNIDOS… LLEVEN A CABO LAS MISIONES ASIGNADAS EN EL PLAN RAINBOW CINCO”. Era el plan previsto para caso de que se entrara en guerra con Japón, y entre otras cosas ordenaba que, en caso de iniciarse las hostilidades, las fuerzas aéreas debían llevar a cabo ataques contra las fuerzas e instalaciones japonesas que estuvieran a su alcance.

Curtiss P-40B del 21er Escuadrón de Persecución en su base de Clark Field.
Curtiss P-40B del 21er Escuadrón de Persecución en su base de Clark Field.

La fuerza aérea estadounidense en las Filipinas, sin ser apabullante era, no obstante, un adversario digno de ser tenido en cuenta. En Nicholls Field se hallaban el 17.º y 21.er Escuadrones de persecución, en Clark Field estaba el 20º de persecución y el 19.º Grupo de Bombardeo, que tenía 36 B-17 y en Ibo –donde estaba instalado el único radar del archipiélago– el 3.er Escuadrón de persecución, todos ellos en alerta desde alrededor de las 4.30; además, en del Carmen se hallaba, sin haber sido alertado, el 34.º Escuadrón de persecución.

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