Catástrofe báltica II, Estonia (I)
Para Estonia, el periodo de entreguerras fue una época de aislamiento. Durante los años veinte, el país, empeñado en mantenerse neutral, observo el creciente fortalecimiento de los bolcheviques. Mientras, en Letonia el peligro percibido era el de Alemania, y en Lituania, Polonia, de modo que los tres países bálticos nunca lograron concertar una política internacional común. Esto no significa que no la afectaran las corrientes ideológicas propias del periodo. En 1934, los “Luchadores de la Libertad”, los fascistas estonios, intentaron dar un golpe de Estado que fue contenido por Konstantin Päts, jefe del es Estado, y por el Ejército, iniciándose una fase dictatorial que acabó en 1938 con la promulgación de una nueva constitución y la vuelta a la democracia.
Durante aquellos años la situación europea se había ido degradando, y los estonios se vieron finalmente obligados a romper su estricta neutralidad, o al menos a simpatizar con alguno de los antagonistas. La visita de Franz Halder al país en junio de 1939, fue la demostración pública de que Estonia, profundamente antisoviética, miraba hacia Alemania para su protección, aunque en todo momento rechazarían cualquier injerencia de Berlín en sus asuntos internos, ya que tenían pendiente una profunda reforma agraria, y una parte importante de la clase terrateniente del país era de origen alemán.