No cabe duda que Sobel no había sido el capitán ideal para la compañía Easy, sin embargo, bajo su mando había sido la mejor del batallón, lo que nos lleva a pensar que sin duda tenía cualidades, al menos a la hora de formar a los hombres si no a la de dirigirlos en los ejercicios. Dicho esto, cabe una última razón para explicar la caída del oficial, y su traslado hacia otros horizontes: que no fuera capaz de entrar a formar parte de la “hermandad de sangre” que estaban formando, poco a poco, los paracaidistas, hombres que, como sucedía en todas las demás formaciones de todos los demás ejércitos de cualquier contienda, en realidad y llegados al punto más básico, luchaban por sus compañeros.
En todo caso, el invierno de 1943-44 fue testigo de dos acontecimientos fundamentales: la llegada de nuevos oficiales a la unidad y el inicio de un nuevo programa de entrenamiento.