La reorganización de la Marina germana de 1939 tuvo su origen en la era de la República de Weimar, cuya última iniciativa se plasmó en el Plan de reorganización de 1932, que previó medidas que, si bien iban en contra del Tratado de Versalles, eran los suficientemente limitadas como para poder ser mantenidas en secreto. Estas fueron la organización de la estructura para la creación de una flota de submarinos y de una aviación naval, y el aumento del personal en 50 oficiales cadetes y 1400 suboficiales y marineros. Acciones más concretas, como la construcción de submarinos o de un portaaviones, se dejaron específicamente para más adelante.
De hecho, ni siquiera la llegada de Hitler al poder aceleró el proceso de creación de una fuerza naval, pues los primeros fondos que recibió la marina, a partir de febrero de 1933, fueron empleados en la compra de armas y munición, en el refuerzo de las defensas costeras y en la construcción y mejora de los puertos.