El día anterior el Kaiser había informado al embajador austríaco que nada podía contestar con firmeza hasta haberlo consultado con el Canciller Bethmann-Holweg. Hoy, este recibe en su despacho de BERLIN al embajador Szögyényi y al enviado Hoyos. También está allí con ellos el subsecretario Zimmermann.
Lo primero que llamará la atención del informe sobre esta reunión elaborado por el embajador austríaco es que de noventa líneas solo nueve se refieren al que debería ser el problema más acuciante a tratar: la crisis provocada por el asesinato. Estas nueve líneas dicen: “en lo que se refiere a nuestra relación con Serbia [el canciller] dijo que el punto de vista del gobierno alemán era que debíamos juzgar lo que debía hacerse para solucionar el problema. Que fuera cual fuera nuestra decisión, podíamos confiar en que Alemania, como aliada y amiga, nos respaldaría. En el transcurso posterior de la conversación averigüé que tanto el canciller como su soberano imperial veían una inmediata intervención nuestra contra serbia como la mejor y más radical solución para nuestros problemas en los Balcanes. Desde un punto de vista internacional considera que el momento presente es mejor que cualquier otro”.