El pasado día 8, en SAN PETERSBURGO, el Ministro de Asuntos Exteriores Ruso Sazonov había lanzado una advertencia clara al encargado de negocios austríaco. Hoy, es el propio embajador de la doble corona, el Conde Frygies Szapáry, recién llegado de vuelta a su puesto, quien se reúne con el ruso, que resulta ser aún más tajante que aquel día pasado al decirle que nunca se encontrará prueba alguna de que el gobierno serbio haya tolerado maquinación alguna encaminada al asesinato del Archiduque. Se trata de un clarísimo “aviso para navegantes”, porque indica claramente cuál será la actitud rusa en caso de conflicto austro-serbio.
El día anterior el Kaiser había informado al embajador austríaco que nada podía contestar con firmeza hasta haberlo consultado con el Canciller Bethmann-Holweg. Hoy, este recibe en su despacho de BERLIN al embajador Szögyényi y al enviado Hoyos. También está allí con ellos el subsecretario Zimmermann.
Lo primero que llamará la atención del informe sobre esta reunión elaborado por el embajador austríaco es que de noventa líneas solo nueve se refieren al que debería ser el problema más acuciante a tratar: la crisis provocada por el asesinato. Estas nueve líneas dicen: “en lo que se refiere a nuestra relación con Serbia [el canciller] dijo que el punto de vista del gobierno alemán era que debíamos juzgar lo que debía hacerse para solucionar el problema. Que fuera cual fuera nuestra decisión, podíamos confiar en que Alemania, como aliada y amiga, nos respaldaría. En el transcurso posterior de la conversación averigüé que tanto el canciller como su soberano imperial veían una inmediata intervención nuestra contra serbia como la mejor y más radical solución para nuestros problemas en los Balcanes. Desde un punto de vista internacional considera que el momento presente es mejor que cualquier otro”.
VIENA El pasado día 30 el ministro Húngaro Conde István Tisza había resultado ser reacio a aceptar cualquier actuación violenta contra Serbia, sin embargo durante estos últimas días ha llegado a un acuerdo con Berchtold y otros miembros del gobierno de la doble corona. Todo dependerá de lo que diga Alemania, que debe ser consultada primero.
Berchtold va a aprovechar esta circunstancia para ejecutar una jugada maestra. Dos son los documentos que quiere enviar al Kaiser: la carta personal redactada por el Emperador Francisco José y una versión revisada del llamado Informe Matscheko. Este documento, tanto en su versión revisada como en la original, hace primero hincapié en la infidelidad de Rumanía, que se ha estado alineando con Rusia traicionando a Berlín, y en la cada vez mayor agresividad de la alianza franco rusa; para después pasar a referirse a las relaciones con serbia, indicando que los esfuerzos efectuados para tener una buena relación con Serbia por medio de una política de compromisos y buena voluntad han sido infructuosos y en este momento (esto pertenece a la parte revisada) no tienen ya ningún sentido. El texto, que en ningún momento llega a hablar de guerra, menciona la irreconciliabilidad de las relaciones entre ambos países, y acaba con una metáfora poco sutil: Austria-Hungría “debe, ahora, desgarrar con mano resuelta el entramado que sus enemigos están entretejiendo por encima de su cabeza”.
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