Cuando Bernard Montgomery supo que se le encomendaba el mando del 21.er Grupo de Ejércitos, la fuerza terrestre que desembarcaría y llevaría a cabo la campaña de Normandía, y que para ello iba a tener que abandonar el mando del 8.º Ejército, al que había dirigido en África y en Italia, decidió que se llevaría consigo a lo más selecto de su Cuartel General, algo que, a priori, el ejército británico no contemplaba en sus ordenanzas, y que sin duda debió de resultar sumamente gravoso para Oliver Leese, su sucesor, que a punto estuvo de quedarse con los restos, por no hablar de los “restos” propiamente dichos. Pero sabemos bien que Montgomery, si bien fue sin duda uno de los mejores generales de la guerra, nunca destacó por su diplomacia o por su simpatía.
Los elegidos fueron el general Francis de Guingand, su jefe de Estado Mayor; el general de brigada Graham, oficial administrativo; el general de brigada Richards, oficial de blindados; el teniente coronel Williams, su jefe de inteligencia; los capitanes J.R. Henderson y Noël Chavasse, sus ayudantes de campo; el teniente coronel Warren, su oficial de enlace con las unidades canadienses; el sargento Ship, conductor, y el sargento Edwards, su conductor de Jeep; el cabo English, su ordenanza; y el sargento mayor Howard, escribiente de Guingand.