Encontramos también esta idea de la guerra justa siglos más tarde en la figura del también ilustre pensador cristiano San Isidoro de Sevilla (556- 636 d.C.), quien sostiene:
“Cuatro clases hay de guerras: justa, injusta, civil y plus quam civile. Guerra justa es la que se hace por acuerdo, a causa de hechos muy repetidos, o para arrojar al invasor. Guerra injusta la que no se apoya en legítima razón, sino en el furor” (San Isidoro de Sevilla, 2004, pág. 1215). Con el paso del tiempo, encontramos que a esta evolución hacia una concepción más guerrera de la religión se suman elementos como la integración de la ethos guerrera de los pueblos germánicos, su unión con la iglesia cristiana y la aparición del concepto de Paz y Tregua de Dios ya en el s. XI. Será en este siglo cuando la confluencia de una serie de factores, junto con esta evolución marcará un salto cualitativo. Para ello jugaría un papel trascendental la reforma religiosa de dicho siglo que afectó a una renovación de las costumbres y la moral de la Iglesia.