En la entrada anterior de esta serie nos habíamos quedado a medias de la carta enviada por Hitler a Mussolini a raíz del fracaso, en apenas quince días, de la aventura griega de este. La carta, cuyo primer párrafo quería ser de ánimo, pasaba a explicar las consecuencias derivadas del fracaso, tanto psicológicas como militares: Bulgaria en contra de unirse a la alianza, Rusia poniendo dificultades en las negociaciones, el temor a que la actitud yugoslava dejara de ser amistosa, y la preocupación por cómo se posicionará Turquía, todo ello sin olvidar el peligro que suponía para los pozos petrolíferos rumanos la presencia de bases de la RAF en suelo griego, a distancia de ataque.
Carro de combate italiano en las montañas griegas.
“Inglaterra está a punto de establecer bases aéreas en diversas localidades griegas –continuaba la misiva–, específicamente, dos cerca de Salónica, y otras dos, sin duda alguna, en Tracia. Desde el punto de vista militar, esta situación supone un peligro.