“Model se puso en pie de un salto y dictó un torrente de órdenes para evacuar el Cuartel General. Mientras salía del comedor para recoger sus efectos personales, gritó por encima del hombro: ‘¡Vienen por mí y por este Cuartel General!’ Momentos después, llevando solo un maletín, Model cruzó a toda prisa la puerta de entrada del Tafelberg. En la acera dejó caer el maletín, que se abrió derramando su ropa interior y útiles de aseo”.
He querido iniciar esta entrada con el párrafo anterior, semblanza redactada por el célebre Cornelius Ryan en su Un puente lejano, para dejar constancia de hasta qué punto pueden ser engañosos algunos tópicos comunes de la historia militar. Estamos hablando nada menos de que de Walter Model, un general que recibió el sobrenombre de “bombero del Führer” por su frialdad y su capacidad para comandar los frentes más complejos y contener (que no derrotar) ofensivas brutales, un hombre que se había ganado las espuelas en el frente del este y que acabaría suicidándose (un acto de cobardía, pero desde luego no del estilo que narra Ryan) para no rendirse a los aliados tras haber sido cercado con sus tropas en la bolsa del Ruhr.