Los principios de la propulsión por cohete son conocidos desde mucho antes del descubrimiento de la pólvora. La utilización más antigua que se conoce de cohetes en la guerra es atribuida a los chinos, que ya durante el siglo XIII habían desarrollado una «flecha volante», cuya cabeza consistía en un tubo lleno de una mezcla inflamable.
Esta idea de utilizar un cohete para proyectar «fuego» sobre el campamento enemigo, o para hostigar a su caballería eran nociones muy aparejadas a la mentalidad oriental. Sin embargo en el mundo occidental raramente se conoce la fabricación de cohetes salvo en su modalidad de fuegos artificiales destinados a la celebración de grandes ceremonias, como la coronación de un rey o el triunfo de una nueva victoria.