Dicho esto, el arma blindada, como cualquier otra, no consiste solo en modelos y formaciones, sino que también es singularmente importante el modo de empleo, ya que como demostró, por ejemplo, la campaña de Francia de 1940, los leviatanes más extraordinarios pueden ser vencidos fácilmente por carros de peor calidad pero con una mejor actuación táctica.
En lo que a los blindados japoneses se refiere, el reglamento de campaña indicaba que cada sección, de cuatro carros, debía desplegarse en diamante, y cada compañía también, con un carro/sección al frente, otra en retaguardia, una a la derecha y otra a la izquierda. Sin embargo, la formación de combate era distinta, pues tanto para atacar como para defenderse la compañía debía posicionarse en forma de “T”, es decir, con tres secciones alineadas al frente y una en reserva.