La teoría operacional alemana tuvo su origen en dos circunstancias muy concretas: por un lado que Alemania, rodeada de enemigos superiores a ella en algún aspecto: humano, industrial, comercial… se veía obligada a derrotar a sus enemigos con rapidez, para evitar que estos pudieran desplegar todos sus medios en una guerra de largo alcance que Alemania no podía soportar.
Por otro las teorías, anteriores al inicio de la Segunda Guerra Mundial, que promovían una guerra de movimientos rápidos para derrotar al enemigo mediante una batalla de aniquilación: Vernichtungsschlacht. Estas teorías, que tenían su origen en el ejemplo de la antigua batalla de Cannas y en la más contemporánea, batalla de Sedan de 1870, habían llevado a la escuela de Schlieffen a plantear una maniobra que llevara al cerco y a la destrucción del ejército enemigo en una única batalla. En el verano de 1914 esta maniobra fracasó, enfriando en gran medida al Estado Mayor alemán con respecto a las posibilidades de la guerra móvil.
Sin embargo, pensadores como Guderian, y sobre todo Manstein, y la aparición de nuevos medios técnicos como los carros de combate y los aviones, volvieron a poner la cuestión sobre el tapete: el resultado, no sin muchas discusiones, fue el plan operacional que derrotó al ejército franco-británico en mayo de 1940. Aquel fue el inicio de la llamada Blitzkrieg.