26 de Julio, durante la jornada. Reacciones a una Supuesta Movilización Rusa.

Durante la jornada de ayer, como vimos en su momento, han tenido lugar dos acontecimientos fundamentales: Rusia se ha comprometido con Serbia hasta el punto de iniciar los preparativos para movilizar; y Serbia ha movilizado, antes de entregar su respuesta al ultimátum; respuesta que –era de esperar- ha sido considerada insatisfactoria por Austria-Hungría.

Veamos ahora cómo ha reaccionado hoy Europa ante estos acontecimientos.

El Teniente General Oskar von Chelius, que parece que fue el único que sabía que estaba pasando exactamente.

En SAN PETERSBURGO el embajador Spalajkovic está exultante, 1.700.000 efectivos –comunica a su gobierno- están movilizando los rusos, con la intención de iniciar una enérgica ofensiva contra Austria-Hungría en cuanto esta ataque a Serbia. Como bien sabemos esto no es cierto aún, pero él no se desanima por tan poca cosa, es más, casi parece echar piedras contra su propio tejado cuando informa a los Rusos de que los serbios lucharán como leones, y que tal vez podrían ser capaces incluso, ellos solos, de derrotar a los austro-húngaros. Su postura queda aún mejor definida con un cable que envía durante el día de hoy a su gobierno: desde su punto de vista tienen una magnífica oportunidad de conseguir por fin la total unificación de los pueblos eslavos del sur; parece evidente que cualquier concesión austríaca de última hora va a estar fuera de lugar.

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24 de Julio, Reacciones (3). El Embajador Francés.

 

SAN PETERSBURGO. Maurice Paléologue había dado instrucciones bien claras a su asistente para que nadie le molestara esta mañana. Sin embargo, el teléfono lo despierta a las 07:00. Una llamada urgente le informa de que ha llegado el ultimátum.

Sir George Buchanan, embajador inglés en San Petersburgo.

El francés esperaba tener una mañana despejada y no había quedado hasta la hora de comer. Nada más saber la noticia, cancela esta cita y de inmediato invita a comer en su embajada al Ministro de Asuntos Exteriores Ruso Sazonov y al embajador británico Sir George Buchanan. No se sabe quién fue, si el francés o el ruso, el que más subió las apuestas, pues cada uno afirma haberlo sido. El primero habló de guerra, el segundo de segura movilización. Pero en lo que ambos estuvieron, desde luego, totalmente de acuerdo, fue en que las “potencias germánicas” habían decidido recurrir a la fuerza para asegurar su hegemonía en el este; y el Reino Unido no podía permanecer neutral. Buchanan, ante la presión, decidió que defendería con firmeza ante Lord Grey, su jefe, la necesidad de oponerse a la arrogancia germana.

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