30 de julio, al final del día. Actos de Guerra, Palabras de Paz.

 

En BERLIN, si bien ayer no se había decretado el “Estado de Inminente Peligro de Guerra”, hacía varios días que se estaban tomando determinadas medidas, como hacer volver a sus acantonamientos a las tropas que habían salido de maniobras, acumular grano, aumentar la vigilancia de los ferrocarriles y otras por el estilo. Nada, en todo caso, que pudiera entorpecer una eventual maniobra diplomática.

Caballería francesa dirigiéndose hacia el frente. Esta escena es de agosto.

Mientras tanto, en PARIS también empiezan a tomarse medidas militares. Hoy se ha acordado que las tropas de cobertura tomarán posiciones a lo largo de la frontera, desde los Montes Vosges hasta Luxemburgo, aunque sin acercarse a menos de diez kilómetros de la frontera; medida, esta última, que no pretende otra cosa que convencer a los británicos de que Francia, sin desatender a su alianza, no pretende ser la agresora.

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28 de julio, a primera hora. La Inocencia del Kaiser.

 

El Kaiser Guillermo II se ha levantado hoy temprano y su primera tarea ha sido leer la respuesta serbia al ultimátum austríaco. “Un excelente resultado para un plazo de solo cuarenta y ocho horas. Esto es más de lo que podríamos haber esperado! Esto elimina cualquier necesidad de guerra”. Dice. Sin embargo, a continuación es informado de que los austríacos ya han empezado a movilizarse parcialmente contra Serbia. “Nunca habría ordenado una movilización sobre estas bases, dirá”.

Guillermo II, vestido de civil, con un aspecto menos belicoso de lo habitual.

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21 de julio, durante la jornada. Berlín Vacío, Alemania Espera.

BERLÍN. Ya hemos visto que el Kaiser está de crucero, pero no solo él ha salido. La ciudad está vacía pues casi todos los altos cargos, entre ellos Falkenhyan y Moltke, máximos dirigentes de las fuerzas armadas, están de vacaciones. No es casualidad, sino que en gran parte es buscado. El gobierno alemán pretende así mostrar que su intención es pacífica, evitando cualquier acto que provoque una escalada en la tensión.

El Café Stern, en Berlín, cuyo exterior parece tan vacío como las altas instancias de la nación.

Mientras tanto, el Canciller Bethmann-Holweg, quien, el sí, sigue al pie del cañón, envía una nota a sus embajadores en Londres, Roma y San Petersburgo, que indica que: “Deseamos urgentemente la localización del conflicto; la intervención de otra potencia, vistos los diferentes compromisos de las alianzas, llevará a consecuencias incalculables”.

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6 de Julio – Por la noche. El Canciller de Alemania se Sincera.

Tras las difíciles conversaciones sostenidas con los austríacos el canciller alemán ha decidido marcharse el también a descansar a su finca de HOHENFINOW, acompañado por su amigo y confidente Kurt Rienzler, quien escribirá sobre esta jornada:

“Larga conversación sobre la situación, en la veranda, bajo el cielo nocturno. La información secreta [proveniente de un informador alemán en la embajada rusa de Londres] que me revela dibuja un cuadro destructivo: considera las negociaciones anglo-rusas para un acuerdo naval y  un eventual desembarco en Pomerania, como muy serias, el último eslabón de la cadena”. “El poder militar de Rusia crece rápidamente; un refuerzo estratégico en el saliente polaco hará que la situación se vuelva insostenible. Austria es cada vez más débil y menos móvil”.

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6 de Julio, por la mañana. La Respuesta de Theobald von Bethmann-Holweg.

El día anterior el Kaiser había informado al embajador austríaco que nada podía contestar con firmeza hasta haberlo consultado con el Canciller Bethmann-Holweg. Hoy, este recibe en su despacho de BERLIN al embajador Szögyényi y al enviado Hoyos. También está allí con ellos el subsecretario Zimmermann.

El Canciller de Alemania, Bethmann-Holweg, quien ¿Confirmó la «Carta Blanca»?

Lo primero que llamará la atención del informe sobre esta reunión elaborado por el embajador austríaco es que de noventa líneas solo nueve se refieren al que debería ser el problema más acuciante a tratar: la crisis provocada por el asesinato. Estas nueve líneas dicen: “en lo que se refiere a nuestra relación con Serbia [el canciller] dijo que el punto de vista del gobierno alemán era que debíamos juzgar lo que debía hacerse para solucionar el problema. Que fuera cual fuera nuestra decisión, podíamos confiar en que Alemania, como aliada y amiga, nos respaldaría. En el transcurso posterior de la conversación averigüé que tanto el canciller como su soberano imperial veían una inmediata intervención nuestra contra serbia como la mejor y más radical solución para nuestros problemas en los Balcanes. Desde un punto de vista internacional considera que el momento presente es mejor que cualquier otro”.

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