Aquella tarde de noviembre estaba cada vez más oscura, con un temporal del noroeste, antes de que los navíos de vanguardia de Conflans hubiesen pasado entre los bajíos Du Four por estribor y la zona de arrecifes de Cardinaux por babor, donde podía considerarse a salvo.
Su oponente no tenía pilotos familiarizados con la zona, pero allá donde fuese Conflans podía seguirlo Hawke. Con el anochecer a unas cuantas horas y un mar cada vez más agitado, un hombre más prudente podría haberse mantenido a distancia teniendo espacio suficiente, y esperar a ver qué deparaba el día siguiente. Si el mero objetivo de Hawke hubiese sido derrotar a la flota de invasión, eso habría sido suficiente. Ninguna fuerza de invasión con sus vulnerables transportes se haría a la mar con navíos de guerra enemigos en las inmediaciones.